22 de diciembre de 2011

Las relaciones entre España e Iberoamérica a revisión


En un artículo anterior hablamos sobre la nueva geopolítica mundial, en la que la región Asia-Pacífico, por su fuerte desarrollo económico, está llamada a ser el centro de atención de los países desarrollados. La situación no debe ser indiferente para España, y en un mundo globalizado este nuevo marco de relaciones internacionales obligará a la revisión y ajuste de nuestra política exterior.

Para España, los países iberoamericanos no han dejado de ser una de las prioridades de la política exterior, no solo por los fuertes lazos históricos y culturales que nos unen sino porque, además, somos el segundo inversor en la región (primero europeo) por detrás de EE UU. En mi opinión, esta relación privilegiada se puede ver afectada por la creciente influencia económica de China sobre los países suramericanos de la costa del Pacífico y sobre Brasil. Esta influencia no debe ser vista necesariamente de forma negativa, pero se tiene que valorar adecuadamente.


Iberoamérica es actualmente una región con un fuerte desarrollo económico que ha acometido profundas transformaciones. La democracia ya es un hecho en estos países, la crisis económica mundial apenas se ha dejado sentir y simultáneamente se han empezado a dar pasos decididos hacia una integración regional a través de organizaciones como la UNASUR o la recientemente creada CELAC. En esta etapa de expansión la conexión con los países asiáticos ha sido inmediata, habiéndose establecido un flujo muy dinámico entre las dos orillas del Pacífico. Dicha conexión puede ir en detrimento de la capacidad de interlocución de España en la zona, así como de una disminución de las oportunidades.
España sigue siendo un referente para muchos países iberoamericanos porque no hace mucho tiempo seguimos sus mismas vicisitudes (transición política, integración regional, fuerte desarrollo económico, etc.). Además, somos el interlocutor natural para sus relaciones con la Unión Europea. Sin embargo, creo que la nueva situación geopolítica requiere un profundo análisis para identificar claramente de qué forma España puede aportar un valor añadido a sus relaciones con Iberoamérica en este momento.
Los países de Iberoamérica se plantean ahora retos distintos a los de hace tan solo diez años que requieren unas sólidas y fructíferas relaciones de cooperación bilateral con perspectiva y objetivos también diferentes. Al mismo tiempo, España pasa por un momento económico crítico, que sumado a la situación en Europa, hace que no se pueda permitir ningún retroceso por la aplicación de una política exterior difusa o sin objetivos concretos. En este sentido, cualquier acuerdo constructivo de colaboración puede contribuir a la mejora de nuestra situación, y con Iberoamérica todavía pueden establecerse muchos.

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